¿Y TÚ QUÉ CIRCUITO ESCOGES?
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Tenía este post en borrador desde hace semanas. Sabía más o menos cómo enfocarlo pero me faltaba algo para terminar de perfilarlo.
Mira por donde, este algo, ha sido esta situación que estamos viviendo (COVID-19).
¿Sabes qué es la empatía? ¿Podrías describirla? ¿Ponerme un ejemplo?
No es una tarea complicada y casi todas las personas (sanas en su estado mental), han sentido y sienten empatía por diferentes motivos y en diferentes grados a lo largo de su vida.
Me gusta describir la empatía como ese acto que realizamos descalzándonos, poniéndonos en los zapatos del otro, sintiendo y percibiendo como él.
La empatía no sólo va a ayudar al otro, te va a ayudar a ti. No significa que tú tengas que sentir lo mismo en esa situación, podemos sentir y pensar totalmente diferente, pero sí nos sirve para ver y comprender el mundo como lo ven otros, ver que existen tantas realidades como personas hay en el mundo. ¿Y no te parece increíble y hermoso?
Cada persona, por su forma de ser, por su crecimiento interno personal, por su experiencia de vida, etc., tiene un grado diferente de empatía.
A algunos, nos resulta sencillo, fluido y natural ser empáticos, y a otros no tanto.
¿Qué aporta en las relaciones humanas la empatía?
Escuchar activamente y entender los sentimientos o vivencias de otros, con interés, sin estar pendientes de nuestro "yo"
Hacer sentir a la otra persona comprendida, escuchada, produce un doble sentimiento, pues también nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos.
Saber qué decir o qué hacer: un abrazo, un beso, una pizca de humor, un consejo, sólo escuchar.... La empatía nos permite ser conscientes del lenguaje no verbal.
Ser cautos con nuestros actos y palabras. A veces, la carencia de empatía, nos puede hacer decir un comentario, a priori para nosotros inofensivo, incluso gracioso, y sin embargo, destrozamos a la persona en pocos segundos.
Aumenta la eficacia para evitar o solucionar conflictos.
Y una de las que más me gustan es que la empatía, para en seco la espiral del odio. El odio nos ciega, nos remueve las entrañas y dejamos de ver a los demás, dejamos de ver el mundo, pues el odio se alimenta de tu inestabilidad, encierra a la empatía y ahoga cualquier ápice de humildad que nos pueda quedar.
¿Cuántas veces te has preguntado angustiadamente, por qué esta persona actúa así, por qué la gente se cree estas cosas, por qué miente, por qué hace daño, por qué...?
Y ahora te voy a hacer varias preguntas:
¿Te has parado a pensar cómo te afecta a ti entrar en ese estado?
¿Te has parado pensar que lo más probable es que a la otra persona le de absolutamente igual y seguramente se sienta poderosa al ver cómo te afecta?
¿Te has parado a pensar qué ha tenido que vivir, qué educación ha tenido que tener, qué situación o situaciones ha pasado, para que esa persona llegue a actuar así?
La empatía va a evitar que perdamos nuestro juicio, claro que no siempre estaremos de acuerdo, ni aprobaremos, ni siquiera entenderemos del todo el por qué de un comportamiento o pensamiento, pero ahí es donde entra nuestro crecimiento personal y la inteligencia emocional, y ser lo suficiente habilidosos como para poner freno a esa espiral del odio, no alimentarla más, y no permitir que ese odio nos alimente a nosotros.
A pesar de que parece que el mundo cada vez es más cruel, más egoísta, más cínico..., creo que todos guardamos en alguna parte de nuestro ser esa empatía, y que si somos capaces de trabajarla, de abrir nuestra mirada, de ponernos esos zapatos y sentir... quizás, comencemos a tener relaciones más sanas, a cuidar más de los demás, de nuestros planeta, quizás empecemos a tener una opinión propia y no nos dejemos llevar por la maldad y toxicidad de esas personas que siguen subidas en la espiral de crueldad.
Está en tu mano parar esta espiral del odio, bajarte de este circuito y montarte en el de la empatía.
Pero recuerda, vivir permanentemente en los zapatos emocionales de otras personas hace que nos olvidemos que nosotros tenemos nuestros propios zapatos, que nos olvidemos de cuidar de nosotros y esto nos evoque a un estado de desconexión emocional con nosotros mismos. Así que, trabaja tu empatía hacia los demás, pero no te olvides de lo más importante, cuidar de ti.
Fuerza, paz, tranquilidad y mucha responsabilidad en estos días. Un abrazo
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